(O por qué reconocer lo bueno, lo personal y hasta lo que no sale en los reportes)
Hace unas semanas estaba facilitando un teambuilding con un grupo de líderes de un banco en México. Todo iba bien, risas, post-its, paliacates, lo usual. Hasta que uno de los directores tomó el micrófono y dijo, con una naturalidad que nos sorprendió a todos:
“Quiero reconocer a mi equipo no solo por los resultados… también por otras cosas que los hacen grandes.”
Y empezó: Un aplauso para Laura que ganó un torneo nacional de boliche… mis respetos para Jorge que está feliz porque su hijo se acaba de graduar con honores… y Fernando que hace un mes dijo “si acepto” ¡Todas las felicidades!
Corte A: Risas, aplausos, miradas emocionadas.
Yo, en silencio, pensando: “Que buena lección de liderazgo.”
Desde entonces el tema del reconocimiento me ha estado rondando como perrito emocionado.
Y no es porque ande buscando que me reconozcan (aunque… tampoco me enojo), sino porque he visto cómo transforma equipos, conversaciones, culturas enteras. No hablo del “muy bien hecho” automático ni del “empleado del mes” colgado junto al extintor. Hablo del reconocimiento que dice: te veo, te valoro, me importas.
Una sesión de coaching y un espejo inesperado
La semana pasada, en una sesión de coaching grupal con tres directores de área, les pregunté:
¿Qué pueden y quieren aprender el uno del otro?
(Esa pregunta que parece sencilla y luego ¡pum!, golpea suave, pero profundo).
Al final, uno de ellos me dijo:
“Estoy asombrado y agradecido de escuchar cómo me ven mis colegas. Ahora me toca a mí también descubrirlo.”
Y ahí está la clave. El reconocimiento no es solo dar, también es dejarse ver. Es un espejo bien colocado, sin filtros, sin ediciones, con luz natural y sin juicio.
¿Y si no me sale natural?
Otro directivo me lo decía con honestidad brutal (que siempre se agradece):
“Para mí es muy natural encontrar lo que hace falta mejorar. Me cuesta ver y transmitir lo bueno.”
Le dije que es más común de lo que parece. Que a veces el reconocimiento es como hacer abdominales: al principio duele, uno se siente torpe… pero se vuelve parte de la rutina si lo practicas con intención.
Y para no hablar sólo desde la anécdota: Simon Sinek, gurú del liderazgo con voz de TED Talk, tiene varias ideas muy útiles sobre el tema.
Simon dice (y no es el del juego infantil)
Sinek propone tres elementos básicos pero poderosos:
- Hazlo personal y auténtico.
Reconocer no es soltar un “bien hecho” como confeti. Es nombrar lo específico, lo único. Y hacerlo a la medida de quien lo recibe. - Mejor cara a cara.
Si no se puede en persona, una llamada. El mail es la última opción (aunque algo es mejor que nada).
Estructura sugerida:- Esto hiciste…
- Así me hizo sentir…
- Este fue el impacto…
- Cinco palabras mágicas:
Si no fuera por ti…
Así de simple, así de potente. No es alabanza vacía: es poner a la persona en su justo lugar de influencia positiva.
Los datos nerd del día
📊 Según Gallup, los empleados que se sienten reconocidos con frecuencia son más productivos, más leales y tienen menos probabilidades de renunciar. 86–87 % de los empleados dicen que el reconocimiento significativo impacta su satisfacción laboral. Un mayor reconocimiento reduce la rotación voluntaria en un 31 %, y aumenta productividad y desempeño en un 14 %
Y ojo: más de dos tercios de los trabajadores (en EU) dicen no sentirse valorados en el trabajo. Dos. Tercios.
O sea: tenemos una oportunidad gigante de hacer algo simple que cambia mucho.
Entonces… ¿qué hacemos?
Unos cuantos tips para empezar hoy:
🌟 Hazlo visible
Reconoce en voz alta (si a la persona le gusta), y que el equipo escuche.
🌟 Hazlo específico
“Gracias por tu apoyo” está bien, pero “Gracias por hacer ese análisis en tiempo récord, me ayudó a tomar decisiones claras” está mejor.
🌟 Hazlo parte de la cultura
¿Y si en cada junta alguien reconoce algo? ¿Y si en vez del “¿cómo vas con tu entregable?” empezamos con “¿a quién le quieres dar las gracias hoy?”?
🌟 Incluye lo personal
Sí, el reporte estuvo impecable. Pero también vale celebrar que alguien venció su miedo a hablar en público, que regresó al gimnasio o que su hija hizo su primer dibujo de Pikachu.
Y tú… ¿a quién necesitas ver?
Reconocer no es solo algo bonito. Es liderazgo real. Es crear conexión. Es recordarle al otro que su esfuerzo tiene eco.
Y, a veces, también es reconocer que tú mereces ser reconocido.
Te dejo con una pregunta, tipo Simon, pero a la mexicana:
¿Si no fuera por (pon aquí el nombre de tu futura víctima)… qué no habría pasado esta semana en tu equipo, en tu familia, en tu mundo?
Reconoce eso. Dilo. Escríbelo. O, mínimo, mándale un sticker.